El ambiente es tenue, solo se oyen los suspiros de las almas, el borboteo del agua caer hacia el Valle de la Muerte. Es un desierto de luz, en el que la sidérea imagen del cielo se reduce a un resplandeciente, pero tenebroso y sobrecogedor cosmos.
El silencio es derrotado por el crujir del cristal estallando con el suelo helado, cada ser horrorizado se descompone en millones de átomos de destellos, quebrando la armonía natural de los astros. El infinito resplandor del horizonte ciega cada espíritu, convirtiendolo en polvo, en un polvo tan blanco como el firmamento. La fría atmósfera acoraza la tierra, el agua no silba. El eterno silencio comienza para no acabar nunca, para gobernar en el Valle de la Muerte.
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