martes, 12 de julio de 2011

El origen del universo

Todos nosotros tenemos en cuenta el enorme esfuerzo que se están tomando numerosos físicos y matemáticos del mundo (la mayoría extranjeros, para qué nos vamos a engañar) en intentar demostrar que Dios no existe a través del descubrimiento del origen del universo.


En Generación del 11 nos hemos sentido profundamente decepcionados, al no encontrarnos con ningún español aventurero que se hubiese tomado la molestia de intentar probar su hipótesis. Pero como nuestro grupo carece de científicos de tal índole (solo podemos jactarnos de ser escritores, dibujantes y pensadores completamente inexpertos) hemos decidido abordar el tema de la manera más clásica y humilde posible, esto es, a través de nuestra querida filosofía.

En nuestra historia, contamos con grandes filósofos cristianos que siempre se han estado equivocando en el mismo punto. Todos coincidían en la defensa de la necesidad de una causa incausada que provocase el resto de sucesos que dieron lugar al universo y al planeta Tierra, y afirmaban que dicha causa solo podía ser Dios.

Ahora yo pregunto, ¿por qué el propio universo no puede ser la propia causa incausada? Lo miremos por la perspectiva que tomemos, siempre vamos a acabar llegando a algo que tenemos que reconocer como el origen. Todo aquel que haya estado aceptando a Dios como causa incausada podría admitir perfectamente que el universo, como elemento infinito que es, también puede serlo. Por supuesto, estoy hablando de un universo que, además de infinito, debería ser eterno.

Si los creyentes no necesitan preguntar cuál fue el origen de Dios, pues lo aceptan como eterno, quiero creer que son capaces de admitir que el universo también podría serlo. Por supuesto, esta “teoría” requeriría tomar como punto de partida que el universo posee las cualidades anteriormente mencionadas, algo que, hasta la fecha, la ciencia no ha podido comprobar.
Por no hablar que echaría por tierra todas las hipótesis de aquellos físicos y matemáticos que han dedicado su vida entera a encontrar el origen –inexistente- del universo.

Por supuesto, en la Generación del 11 somos conscientes de que existen un puñado de leyes matemáticas, y otro tanto más grande de teorías físicas, que avalan el origen del universo y su respectiva expansión. Pero también sabemos que dichas afirmaciones, por muchos números que lleven a cuesta, al fin y al cabo llegan a ser igual de inestables que esto que acabamos de exponer nosotros.

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