miércoles, 27 de abril de 2011

Tenla, no la quiero.

Jesús negro, diablo blanco. El estereotipo de la realidad dotándola de ficción para que se cumpla lo anterior, promovida por el mero recuerdo opresor, que nos incapacita para nacer, da un modo libre con cada inspiración, acción que nos encadena poco a poco llenando nuestro equipaje y cambiando nuestro punto de visión.

La reminiscencia es la imposición, de un hecho pasado, fallido, que nos condiciona a la hora de cambiar, a la hora de actuar para evitar el cambio, a la hora de vivir el presente de un modo real, a la hora de morir en el lamento del pasado angustiosamente empirista y con el único consuelo del futuro eterno. Miserable mentira indemne, prometedora hoy, traidora y sentenciadora mañana, esperada siempre.

Y solo la simple evocación, a que si hay Dios opresor, que condicione la toma de una decisión, imponiendo así una moral occidental tal, que no podamos actuar con la libertad bondadosa, inocente y pura que sale del verdadero animal, condición esta actual la cual es única razón trascendental, que nos hace humanos, seria digna de la eliminación más instintiva y por tanto tan pura como errónea.

Si conseguimos atacar y no solo defender el gran valor ideal interior, así y solo así, podremos liberar a aquella fiera encadenada que tanto teme Él, que tantas veces a limitado su actuación mediante amenazas todavía escritas en el libro fiel, que tantas veces a intentado matarla con su aliada la muerte. Asesino imberbe, hoy te decimos, mi alma se queda contigo.

Tony

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