A pesar de ser una rama artística que hoy en día, en España, parece estar en decadencia, su importancia sigue siendo vital para el desarrollo de la sociedad.
El Teatro Reina Victoria de Madrid |
El teatro nació hace más de tres mil años, en el Antiguo Egipto, y desde entonces ha ido perfeccionándose y fomentándose hasta el nacimiento del siglo XIX. Con el auge de las nuevas tecnologías, de la actual generación anticultural y de una situación económica poco favorable, el teatro español fue decayendo desde principios del siglo XX, hasta acabar estancándose al entrar la nueva era.
Faltan buenos autores, porque parece ser que ya nadie se interesa en serio por el teatro, nadie aparenta intentar mantener este antiquísimo arte con vida. Vemos en la Gran Vía madrileña y sus alrededores, representarse una y otra vez clásicos (y no tan clásicos) que ya conocemos todos, y hay una enorme escasez de propuestas contemporáneas novedosas, siendo pocos los que triunfen con un libreto original.
Faltan espectadores, porque el brote de una nueva generación, que no solo cuenta con una educación enormemente precaria, sino que también se considera a sí misma "anticultural", rechaza todo aquello relacionado con el conocimiento o el arte. Con esta mentalidad retrasada, pocos jóvenes son los que se acercan a las tablas a disfrutar de una buena obra, y cualquier vago intento de los educadores para invitarles a ver un espectáculo no hace más que empeorar la situación. La reciente crisis económica, que ha brotado de la Tierra, se ha aferrado a nuestros bolsillos, impidiendo que soltemos un céntimo que pueda estar destinado al ocio. Pero la realidad es que aquí en España los ciudadanos tienen dinero para lo que quieren, y el alcohol, el tabaco, y las nueva blackberries siguen teniendo el mismo éxito de siempre. El españolito de a pie tiene pavor a probar cosas nuevas, como el teatro, y más si hay que soltar de media más de quince euros por ello.
La gente no sabe que existe. Y hablo ahora desde mi experiencia personal. Millones de madrileños recorren todos los días numerosas calles adornadas con carteles luminosos y coloridos que suelen ignorar. Nadie repara en la existencia del teatro; se cree un espectáculo del pasado que ya no tiene futuro. Y esto ocurre por la sencilla razón de que apenas se habla de él en el medio de comunicación que siempre llega a todos los vecinos del país: la televisión. Ahora, con el salto a los escenarios de famosos actores de cine o series de televisión, varios programas están mencionando al menos la existencia de las representaciones teatrales. Pero en numerosas ocasiones ni estos actores son buenos, ni lo son las obras, ni lo son los espectadores.
Faltan productores, porque sin espectadores, el teatro ha dejado de ser rentable, y los empresarios tienen miedo a invertir en un proyecto tan arriesgado. Se ha sustituido el amor al arte, que mantenía con vida a las compañías teatrales, por el amor al dinero, que las está destruyendo por no proveer el beneficio necesario.
Tenemos un problema.
Marquesina inacabada del teatro Lope de Vega de Madrid |
El teatro español ha caído en una espiral de decadencia que parece dirigirse a la muerte inevitable del arte escénico, pero sigue teniendo una importancia vital en el desarrollo de la sociedad. Si algo que atesora tanta trascendencia en nosotros acaba falleciendo, significaría la ruina del país.
Como dijo Héctor Mendoza, el teatro "es la conciencia del pueblo hacia el futuro, y no una pasiva visión nostálgica del pasado". El teatro siempre ha sido la mejor plataforma para mostrar los problemas históricos, políticos y sociales de España, y a su vez llegar a los ciudadanos, y provocar una respuesta en ellos. En una situación de crisis, el teatro necesita más que nunca nuevas propuestas y nuevos espectadores que interioricen las buenas obras y se movilicen para cambiar la sociedad. Por eso agradezco enormemente la acción de Miguel del Arco, un gran director que es capaz de crear obras moralizantes que llegan al corazón de las personas.
Pero nuestra responsabilidad es aún mayor cuando también nos vemos obligados a preservar el patrimonio cultural que tenemos a nuestras espaldas. España tiene una riqueza cultural desmesurada en cuanto a literatura y teatro, y es nuestra obligación salvar esta cultura de la muerte que hoy en día la acecha. Este patrimonio cultural nos da una identidad artística, una base sobre la que apoyarnos cuando empecemos a crear. La cultura de nuestro país es, inevitablemente, parte de nosotros. De igual manera, es nuestro derecho y obligación aportar algo a todo el legado artístico que tenemos a nuestras espaldas. No vale solo con ir al teatro y comentar lo maravilloso que es a nuestros amigos, debemos aprovechar nuestras capacidades artísticas y aportar algo nuevo a las artes escénicas.
Por último, el teatro sigue siendo algo que divierte. Las comedias y musicales no han dejado de representarse, y de hecho, se han adueñado prácticamente de la cartelera española. Sinceramente, y desde lo más profundo de mi corazón, disfrutar del teatro es una de las cosas más agradables y divertidas que puede hacer el ser humano. Si la gente se entretiene con una simple televisión o en el cine, una comedia teatral les hará revivir el corazón y reír a carcajadas en conexión con los actores y los demás espectadores.
Por eso, ¡salvemos al teatro! ¡Salvemos nuestra cultura! ¡Salvemos nuestra sociedad! Y por encima de todo, ¡salvemos a nuestro país!
Siempre nos quedará la tranquilidad de que algo que se ha mantenido durante tres mil años, jamás podrá perecer.
Siempre nos quedará la tranquilidad de que algo que se ha mantenido durante tres mil años, jamás podrá perecer.
Muchísimas gracias a Tricicle y Clubsmedia por apoyar la propuesta en Twitter. ¡Juntos podemos salvar el teatro! #AmemosElTeatro
ResponderEliminarque mal yo pienso que no toman en cuenta el teatro en la calle maloooooooooooooooooooooos
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