jueves, 19 de mayo de 2011

El pueblo y su democracia y por qué debemos defenderla

Últimamente ha habido cierta diatriba entre miembros de la Generación del 11 por encontrar el sistema de gobierno ideal. Así que he decidido explicar en esta entrada por qué defiendo la democracia.

1.
Por la tendencia natural del ser humano a repartir justicia dentro de una sociedad. Ningún ser humano puede proclamarse "justiciero" y asegurar que distribuirá esa justicia de forma equitativa y objetiva en base a los méritos de cada uno, porque absolutamente nadie puede deshacerse de la subjetividad que viene implícita en el ser humano ("si existiera, solo Dios podría juzgarme")
De esa misma forma, tampoco podemos vivir en un estado anárquico, sin leyes ni gobierno, en el que cada uno hiciera uso de un libertinaje descontrolado en una sociedad donde "todo valiese", y el asesinato, el robo, el maltrato, las violaciones y demás actos que consideramos "delito" fuesen permitidos.
Por tanto, un Estado debe estar controlado por un gobierno y regido por una serie de leyes.

2.
Sería imposible que en una organización territorial tan inmensa como es España, se pudiera dar la aristocracia o "gobierno de los mejores". En primer lugar, porque la ambigüedad de las cualidades del ser humano hacen imposible la elección de unos criterios fijos para elejir a los "aristócratas" o "mejores". ¿A quién dejamos legislar? ¿Al más justo? ¿Al más sabio? ¿Al más inteligente? ¿Al que esté más cercano al pueblo y sepa sus necesidades?
Pero ya lo decía Marx: aquellos que elaboran las ideologías son los que están lejos del pueblo, de la práctica. No sé si eso será verdad así, tal cual, pero sería perfectamente aplicable a cualquier gobierno ajeno a la democracia. Porque no hay gobernadores más cercanos al pueblo que el propio pueblo. Eso es soberanía nacional. Eso es democracia.
Por si eso fuera poco, sería imposible coger a unos pocos "superiores" dentro de los  miles de millones de españoles.
Tal y como dijo Rousseau, la aristocracia solo sirve para los Estados pequeños.

3.
La democracia asegura que la ley que se apruebe o el gobernante que sea elegido, sea para el bien de, si no todos, la mayoría.
Habría que distinguir la DEMOCRACIA teórica, con la práctica, que varía en los diferentes países. Ya expuse en este artículo que la democracia española debe cambiar, pero eso no significa que se deje de lado la soberanía nacional. Pero para eso está el pueblo: para exigir democracia cuando ve que se la están quitando. No hay más que ver a nuestro alrededor. El pueblo español se levanta contra unos gobernantes que cada vez ostentan un mayor poder que no les fue concedido.

4.
Debemos confiar en nuestra sociedad. Otorgar la soberanía nacional significa concederle el poder de decidir sobre nuestro futuro a un conjunto de personas que más nos vale tengan criterio.
Y esta es una de las razones por las que en la Generación del 11 insistimos tanto en la cultura, la educación y el conocimiento de la historia. Si el poder está en el pueblo, y este pueblo está formado y capacitado, el progreso está asegurado.
Sí, siempre habrá gente desinformada e inculta, pero confiar en nuestra sociedad significa confiar en que la mayoría de sus miembros están capacitados para tomar las decisiones adecuadas.

5.
Porque la tendencia de absolutamente todos los estados del planeta es a cambiar su gobierno por una democracia. Los fascismos han desaparecido, el comunismo se está desvaneciendo. No hay razón de cambiar una forma de gobierno por otra si esta segunda no es mejor. Y si es peor tened por seguro que será efímera y poco o nada extendida entre los países vecinos.
¿Por qué habría luchado España durante tanto tiempo para conseguir la democracia si no fuera lo mejor? Podrían haber estado equivocados, pero no. Tantos millones de personas que conformaron el pueblo durante tantos siglos (la primera manifestación "real" del deseo de cierta democracia se produjo en el año 1810 con las Cortes de Cádiz) no pueden estar equivocados.
De hecho, y vuelvo a enlazar también con el párrafo anterior, toda la naturaleza tiende a la selección natural, incluido el ser humano. Tanto la evolución biológica como el hombre, rechazan por naturaleza todo aquello que no es válido, o inferior a lo nuevamente propuesto.

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