domingo, 29 de mayo de 2011

Filosofía I: La moral


Desde que nacemos hasta que morimos transitamos por una senda que, según el caso, puede resultar más corta o más larga; un camino al que bautizamos "vida". A lo largo de nuestra vida estamos constantemente fijándonos metas hacia las que encaminamos todas nuestras acciones, aunque en muchas ocasiones no podamos llegar a ellas, y finalmente las abandonamos. Pero todos esos objetivos que determinamos se encaminan a un fin universal que buscan todos los miembros de la humanidad: la felicidad

Pero la "felicidad" como tal no es un estado de ánimo puntual provocado por una sensación agradable inmediata, sino que se define como un estilo de vida permanente que nos permite evaluar, a largo plazo, si nuestra vida finalmente ha resultado feliz o infeliz. Es decir, la vida es el camino que recorremos mientras intentamos mantener este estado de felicidad. Asimismo, esta felicidad es proporcionada por los propios seres humanos que rodean al individuo, y no por los elementos materiales que puede obtener. El objetivo de poder "comprar" todos los objetos deseados, es el de compartir tus riquezas con los seres queridos que te rodean; si no tienes con quién compartirlos, todos esos materiales carecen de valor.

La felicidad puede ser encontrada incluso en los momentos más trágicos, porque la mente siempre tiene el poder de encontrar algo por lo que sonreír. Esta filosofía no significa que debamos vivir en la miseria, disfrutando de las míseras cosas que nos proporcionan una mísera felicidad. El ser humano debe tender a la felicidad, pero al máximo grado de esta, con lo cual nunca deja de aspirar a la máxima felicidad, ni tampoco la pierde completamente si es capaz de sacar lo bueno de lo malo.

Sabemos que en nuestra vida todas nuestras acciones deben tender a la felicidad, pero debemos tener en cuenta que la felicidad del individuo no debe comprometer la felicidad del colectivo, porque entonces se estaría dando un comportamiento INMORAL.
Un comportamiento INMORAL es todo aquel que:
  • Compromete la felicidad propia.
  • Compromete la felicidad de los demás.
  • Compromete la vida propia.
  • Compromete la vida de los demás.
Recordemos que la felicidad la proporciona nuestra relación con los seres humanos que nos rodean. Esta relación debe ser óptima, y para ello es necesario que los individuos que componen nuestro entorno sean felices. Por tanto, nuestra felicidad depende directamente de la felicidad de otros, y es esa la principal razón por la que no debemos compremeter la felicidad de los demás, de la misma forma que la infelicidad de otros seres humanos, a largo plazo nos proporciona infelicidad a nosotros mismos.
En cuanto a la vida, es necesario defender la propia por encima de los demás (egoísmo vitalicio), porque la vida propia es lo último que se pierde y lo primero que debemos defender ante cualquier amenaza. Sin embargo, la pérdida de un ser querido que nos proporcionaba felicidad, también compromete la nuestra propia, y aunque debamos proteger nuestra vida por encima de la de los demás, también debemos defender la de nuestros seres queridos.
Este egoísmo vitalicio no tiene nada que ver con el egoísmo material, que compromete la felicidad de los demás y, a largo plazo, la nuestra propia. Porque hacer felices a los demás, aunque implique sensaciones inmediatas desagradables o incómodas para nosotros, eventualmente nos hará sentirnos mejor con nosotros mismos, y por ende, más felices.

El cerebro humano, por nuestra propia composición biológica, tiende a centrarse en aquellas acciones que nos facilitan un placer espontáneo y egoísta, porque requiere menos esfuerzo psicológico y físico. Pero una parte del cerebro, aquella que debemos potenciar, es la que consigue visualizar el bien a largo plazo que pueden ofrecernos otro tipo de alternativas. Ese bien, esa felicidad, es también mucho más duradera, y es a la que tenemos que tender para obtener un balance positivo en nuestra vida.

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