Llevo mucho tiempo queriendo dedicarle una entrada a la Jornada Mundial de la Juventud que se está celebrando en la capital de España. Lejos de apoyar la iniciativa, y coincidiendo con el auge de las múltiples manifestaciones de los "indignados" en Madrid, muchos activistas del 15 M (y otros no tan activistas), han arremetido contra el evento.
Ahora me gustaría manifestar mi indignación contra los "indignados" (movimiento que apoyé en su momento, pero que en este momento solo parece dar palos de ciego). Estos últimos días se las han arreglado para insultar de mil maneras a los jóvenes católicos que se reúnen con motivo de la JMJ, argumentando que no tienen derecho a cortar calles, a ralentizar el tráfico y a ocupar plazas del centro para manifestar una religión de la que no todos los españoles somos partidarios.
¿Perdón? ¿No es eso lo que llevan haciendo ellos desde la acampada de Sol (y ellos ni siquiera tenían el consentimiento del gobierno)? Y hasta donde yo sé, no todos los españoles están de acuerdo con dicho movimiento. Si los "indignados" tienen derecho a manifestarse, también lo tienen los católicos; con mucha más razón si lo único que hacen es predicar el amor y la amistad interracial. El catolicismo solo es el lazo que une a jóvenes de todas partes del mundo. El objetivo último de esta Jornada no es obligar al mundo a convertirse al catolicismo, ni agredir la homosexualidad, ni provocar enfrentamientos entre diferentes religiones, sino reunir a millones de jóvenes de todo el planeta para que haya un poquito más de amor en el mundo. Solo basta con observarles un poquito para advertirlo.
Según lo veo yo, no hay nada de malo en eso.
El problema está en que el evento le cuesta dinero al gobierno, pero nadie ha hecho hincapié en los beneficios económicos que proporciona tanta cantidad de turistas. A lo largo de todos estos años, la JMJ ha llevado al lugar de reunión entre trescientos mil (Sidney) y tres millones (Roma) de católicos, lo que se traduce en ganancias para el país hospedador.
Sin embargo, las cifras nos aclararán cualquier duda al final de la Jornada.
Bajo mi punto de vista, las manifestaciones en contra de la JMJ son un simple berrinche antisistema, pues estos jóvenes lo único que hacen es rezar en público. ¿Ahora resulta que hay que volver a meterles en zulos clandestinos, como en sus orígenes? Si predicáis libertad, predicadla para todos, porque seguro que si en lugar de un evento católico fuera cualquier tipo de evento musical pagano, no se tomarían tantas molestias para expresar el descontento ante la situación.