Desde el nuevo mundo, viven dentro de nuestra boca, ya arriba la inauguración de la larva extinta. En su efímera crisálida de gracia y reproches arden sus clavos, su gran cruci-ficción comercial ha fallado.
Así, junto con nuestros cráneos llenos de júbilo, cantemos sin cesar el himno de la gloria.
Solo sois eternas y perecederas copias de la gran imitación. Dejad de cortar las cabezas de la hidra llamada rabia. Dadle de comer con vuestra ojeriza mano, mientras su dentículo envenena.
Que la ira de la gran madre helada descienda sobre vosotros, y os bendiga para siempre.
Que la santa cólera reviente vuestros ojos en trozos de placer y desdicha. Que vuestros cuernos choquen como un niño contra el asfalto. Que vuestras fieles dagas acaricien su mente. Que, tuya y suya, sangre derramada dé de beber a Jano, el único, el exclusivo.
La elegancia es nuestra debilidad, dijo aquel que mató a nuestro héroes.
Egos
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